Lectura: Juan 11:47-52

Sin intensión, pero proféticamente hablando, el sumo sacerdote Caifás se refirió al sacrificio de Cristo de una manera salvífica al decir: “conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación” (Juan 11:50-52).  Esta frase incluye una gran verdad que muchas veces es menospreciada; al morir en la cruz del calvario, Jesús estaba llevando el castigo que nosotros merecíamos, pensando en el bienestar de los demás antes que en el suyo propio (Mateo 26:42).

Como creyentes este es un gran desafío. Al pensar que la obra de Dios es mayor que cualquier individuo, su impacto colectivo como pueblo de Dios es más transcendente que nuestros deseos personales.   Este es un gran problema, ya que muchas personas no comprenden esta verdad, y luchan por sus posiciones egoístas sin importar que sus acciones hagan que la obra de Dios se vea impactada.

Cuando era niño tuve muchos encuentros con abejas, y al tratar de tomar la miel de sus colmenas, la mayoría de las veces la historia terminaba muy mal, algunas de las abejas siempre estaban pendientes de los peligros para la colmena y cuando nos acercábamos, mis amigos y yo, éramos identificados como el enemigo, y esas abejas centinelas rápidamente se disponían a atacarnos y en su intento morían en defensa de su colmena, daban sus vidas por el bien de las otras abejas.

  1. Debemos ser como las abejas centinelas, no buscar nuestra propia comodidad y seguridad sino vivir en función del bien de la obra de Dios.
  2. Somos más útiles para Dios, en la medida que somos más útiles para los demás.

HG/MD

“Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).