Lectura: Salmos 30:1-12

Corría la primera mitad del siglo 17 d.C. y Alemania vivía tiempos convulsos, debido a guerras, hambre y plagas; en esos días vivió en la ciudad de Eilenburg un ministro llamado: Martin Rinkart (1586- 1649).

La situación que vivió a consecuencia de la plaga lo obligó a realizar hasta 50 funerales en 1 día lo cual era el resultado del caos que azotaba la ciudad, y a la Guerra de los Treinta Años.  Entre las personas que sepultó estaban miembros de su propia familia.

No obstante, a pesar de esos años de oscuridad y desesperación, con la muerte y la desesperanza acampando en la ciudad, el ministro Rinkart fue capaz de escribir 66 canciones alabando al Señor, entre ellas encontramos: “Demos todos gracias a Dios ahora”, a continuación, un extracto:

Demos todos gracias a nuestro Dios

Con el corazón, las manos y las voces,

Porque ha hecho maravillas,

Aquel en quien el mundo se regocija;

Quien, desde que estábamos en brazos,

Nos ha bendecido todo el camino,

Con incontables dones de amor,

Y sigue siendo nuestro hoy.

Al leer estas sinceras palabras podemos aprender una lección muy aplicable en nuestros días: las acciones de gracias no tienen que esperar hasta que los tiempos de prosperidad y paz lleguen.  Siempre es bueno alabar a Dios por Su misericordia y maravillas con las que nos ha bendecido.

  1. Un corazón alineado con la voluntad de Dios, puede cantar alabanzas a Dios aun en la noche más oscura, tal como lo hizo el apóstol Pablo (Hechos 16:25).
  2. Da gracias a Dios por todo lo que Él te ha provisto sin que lo hayas pedido.

HG/MD

“Has convertido mi lamento en una danza; quitaste mi vestido de luto y me ceñiste de alegría.  Por eso mi alma te cantará y no callará. Oh Señor, Dios mío, te alabaré para siempre.” (Salmos 30:11-12).