Lectura: Santiago 1:1-8

Era la última semana de exámenes en la universidad y definitivamente todos estaban tratando de entregar sus tareas a tiempo, algunos habían sido ordenados y disciplinados, por lo que sólo estaban depurando los últimos detalles de sus trabajos, pero otros no tanto, y ese fue el caso de Esteban.

Él había perdido su tiempo en cosas que no eran importantes y cómo consecuencia, ahora estaba desesperado tratando de terminar a tiempo lo que no había hecho durante todo el curso, tenía que entregar su trabajo y no quedaba tiempo suficiente para desarrollarlo.  Frustrado y con desesperación al ver el poco tiempo con que contaba, le dio un fuerte golpe a la pared de su cuarto que resonó por todo el dormitorio, y gritó: “Señor, muchas gracias, tú si haces que la vida sea divertida”.

Al examinar la frase de Esteban, podemos observar algunas cosas interesantes, él era consciente de quién estaba a cargo de todo: Dios.  Pero, fue incorrecta su manera de reaccionar ante algo que él mismo había ocasionado.

Cuando nos enojamos con Dios, cuando la vida no toma el rumbo que nosotros queremos, necesitamos volver a Él con una actitud de humildad y tomar estos pasos:

Paso 1: Pensar con franqueza sobre los problemas que tenemos.  Hay situaciones que nosotros mismos nos buscamos, como en el caso de Esteban.  Pero también hay circunstancias que no buscamos y que inevitablemente nos golpean, este tipo de situaciones no discriminan a nadie, problemas de salud, en nuestros trabajos, casas, y con relaciones.  Una vez que comprendemos las circunstancias, algunas por culpa propia y otros porque simplemente nos tocó vivirlas, nuestra perspectiva cambia y hasta podemos apreciar mejor la situación que vivimos (Santiago 1:2).

Paso 2: Debemos cambiar la resistencia y el resentimiento por aceptación, y aunque sea difícil, por el gozo.  El gozo no es ausencia de dolor, sino el conocimiento de que Dios está usando una situación en particular para mejorarnos y no para amargarnos.

  1. Dios conoce por lo que estamos pasando, nosotros elegimos cómo lo pasamos.
  2. Cuando un problema llama a nuestra vida, Dios nos provee con toda una serie de ejemplos y herramientas que se encuentran en su Palabra: la resiliencia de José el hijo de Jacob, al ver lo que le estaba sucediendo al ser vendido por sus hermanos y adaptarse; la aceptación de José, el esposo de María, al aceptar que en su vientre se desarrollaba una vida extraordinaria que no provenía de él; y el gozo de David al preparar todo para un templo que no construiría; así que, Dios nos dará la justa salida y fortaleza que requerimos.

HG/MD

“Hermanos míos, tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas” (Santiago 1:2).