Lectura: Hechos 4:13-31

Pedro y Juan estaban en peligro. Los lideres religiosos en Jerusalén que se oponían al evangelio les habían advertido que cesaran sus esfuerzos misioneros (Hechos 4:18). Cuando los apóstoles informaron esto a los demás creyentes, de inmediato tuvieron una reunión de oración.

Lo que pasó después es emocionante. Los creyentes primero alabaron a Dios. Luego pidieron osadía para que pudieran continuar la obra. Los resultados fueron espectaculares. La casa tembló, y los creyentes fueron llenos del Espíritu Santo. Dieron testimonio con osadía, disfrutaron de la unidad espiritual, y dieron desinteresadamente a aquellos en necesidad (vv. 31-37).

Nunca he sentido que un edificio tiemble durante una reunión de oración, pero he visto el poder de Dios obrando. Cuando he tratado de ayudar a reparar un matrimonio roto o una personas en problemas, les he pedido a las personas involucradas que oren. Algunas veces se negaban. Y otras, farfullaban oraciones cuidadosamente formuladas. Esas reuniones fracasaron.

Pero ocasionalmente alguien oraba en serio. Casi de inmediato la atmosfera cambiaba. La confesión y el perdón pronto remplazaban a las acusaciones y las contracusaciones.

Cuando oramos con sinceridad, alabando a Dios y buscando Su gloria, grandes cosas suceden. La oración siempre debe venir del corazón.

1. ¿Crees en el poder de la oración?  Entonces ora.

2. ¿Tienes como costumbre orar por lo lideres de tu congregación?  Continua orando.

NPD/HVL