Lectura: Salmos 139:1-24

Si alguna vez has tenido en tus manos una pelotita de golf habrás notado que no es lisa, sino que está cubierta de muchos hoyuelos en toda su superficie, lo cual de hecho la hacen ver imperfecta.  ¿Sabes cuál es el propósito?

Un ingeniero aeronáutico que diseña pelotas de golf, dice que si fueran totalmente lisas tan solo recorrerían unos 130 metros (425 pies) tras ser golpeadas, pero esas mismas pelotitas con las “imperfecciones” en su superficie, hace que recorran más de 260 metros (850 pies). Lo que hacen estos hoyuelos es minimizar la resistencia al aire y le permiten ir más lejos.

Siempre es muy sencillo decir rápidamente las características con las cuales desearíamos haber nacido.  Sin embargo, lo que si resulta más difícil es pensar en que esas pequeñas imperfecciones están ahí con un propósito y son parte del diseño original de Dios. El salmista expresó este principio en el Salmo 139:13-14, “Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre. Te doy gracias, porque has hecho maravillas.  Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien”.

Ahora meditemos en las reveladoras palabras de Dios a Samuel con respecto a la apariencia, “Pero el Señor dijo a Samuel: —No mires su apariencia ni lo alto de su estatura, pues yo lo he rechazado. Porque el Señor no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

Si tan sólo pudiéramos aceptar las “imperfecciones” corporales como una realidad poco significativa, ya que no interesa si somos bajos de estatura, si no tenemos el color de ojos que deseamos, etc., que eso no importa pues al Señor lo que le interesa es nuestro corazón; esto nos ayudaría a cambiar nuestra perspectiva de la vida.  Esos “hoyuelos” que no nos gustan pueden encaminarnos hacia el camino de dar gloria a nuestro sabio Creador, el cual sabe cómo sacar lo mejor de nosotros.

  1. Tenemos un lugar especial dentro del plan de Dios.
  1. Dios hazme un instrumento de tu amor.

HG/MD

“Pero el Señor dijo a Samuel: —No mires su apariencia ni lo alto de su estatura, pues yo lo he rechazado. Porque el Señor no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” – 1 Samuel 16:7