Lectura: Juan 3:1-18

En Juan 3:16 leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…”.  Pero, ¿qué se puede decir de su amor por las personas?  El resto del versículo revela el propósito central que había detrás del sacrificio que hizo Dios de su Hijo: “Para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.  Por lo tanto, toda persona sin excepción alguna, puede interpretar Juan 3:16 así: “Porque de tal manera me amó Dios: ¡a mí!”

A.B. Simpson, un gran obrero cristiano del pasado, muchas veces abrazaba un globo terráqueo y lloraba por la perdición del mundo.  No obstante, su visión global estaba enmarcada por la compasión por personas individuales.  Tú y yo también debemos sentir la responsabilidad de llevar el evangelio a nuestro mundo compartiendo las buenas nuevas, una persona a la vez.

Lamentablemente, a menudo pensamos en las comisiones evangelistas sólo en términos de “misiones extranjeras”.  Un término mejor sería tal vez: “misiones mundiales”, pues eso incluye a nuestros vecinos más cercanos, los cuales forman parte del mundo al que Dios nos ha llamado: “Y ya estamos ahí”.

Al igual que el señor Simpson, abraza tu mundo más amplio por medio de la oración ferviente, para que Dios mueva muchos obreros para predicar Su Palabra, entre los cuales puedes estar tú.  Luego sé un poco más específico en tu realidad más cercana, considerando a las personas perdidas de tu familia, tu vecindario y tu lugar de trabajo.  Entonces, cuando procures vivir y dar las buenas nuevas, puedes esperar que Dios te abrirá las puertas de la oportunidad.

  1. La luz que brilla con mayor alcance, es más resplandeciente en casa.
  1. Sé esa luz, que refleja la esperanza que tenemos en Cristo y que otros puedan ver la diferencia que puede hacer una vida entregada a Dios.

NPD/JEY