Lectura: Filipenses 4:4-9

Hace algún tiempo leí sobre un estudio realizado en varios hospitales de los EE.UU., el cual versaba sobre si existía algún provecho para la salud de los pacientes el contar sus bendiciones en medio de la experiencia de estar hospitalizado, para esto se les dio un cuaderno donde podían apuntar diariamente aquellas cosas que creían que era una bendición. Los pacientes que guardaban aquellos diarios de gratitud semanales informaron tener menos dolores y achaques que aquellos que informaban de líos o de eventos neutrales.

También un terapeuta de familia desarrolló una estrategia que llamó: “visita de gratitud” para promover una fuerte salud emocional de sus pacientes. Les dice a las personas que piensen en alguien que haya marcado una importante diferencia en sus vidas. Les pide que escriban la historia de cómo esa persona los ha ayudado, y luego que la visiten y le lean la historia en voz alta.

Luego, de un año entrevista a sus pacientes sobre esta experiencia y ha registrado que las personas que hicieron esto, eran más felices e informaban de menos episodios de depresión y se sienten más satisfechos y expresan más fácilmente el agradecimiento a otros y a Dios.

También el apóstol Pablo tenía una larga lista de personas que lo habían ayudado y por las que estaba agradecido (Romanos 16:1-16). Escribió que Febe había “ayudado,” Priscila y Aquila habían “expuesto su vida” por él, y María había “trabajado mucho” por él. Y se tomó el tiempo para escribir sus agradecimientos en una carta a la iglesia en Roma.

  1. ¿Puedes recordar quienes te han ayudado en algún momento de tu vida?
  2. ¿Podrías hacer una visita de gratitud, por amor a ellos, y por amor a ti mismo?

HG/MD

“Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).