Lectura: Eclesiastés 6:1-6

Todos hemos oído de jóvenes cantantes que de repente tienen éxito con algunas de sus canciones y gracias a ello entran en el “mundo de las celebridades”, empiezan a vivir lujosamente, hacen fiestas, compran muchas y la mayoría de ellas innecesarias, se llenan de “amigos” que celebran todas sus ocurrencias y “triunfos”.  Luego de un tiempo su comportamiento se vuelve inmoral, olvidan sus valores y por supuesto Dios les importa muy poco, y tan pronto como iniciaron los éxitos, vendrán sus fracasos y muchos empiezan a causa de sus “amigos” a tratar de olvidar esos malos momentos con drogas y al poco tiempo terminan peor de como iniciaron, arruinados, llenos de vicios y despreciados por su comportamiento para con las personas que realmente si les importaba.

En nuestra lectura devocional el escritor de Eclesiastés pudo identificarse con estos jóvenes artistas.  En este capítulo se ilustra lo vacía que es una vida que tan sólo se enfoca en las riquezas, pero olvida de Dios.  En la lectura se nos dice que había dos hombres.  El primero de ellos, era una persona que debido al fruto de su trabajo, se había llenado de éxitos, pero toda su riqueza la disfrutan otros, pues él sólo está enfocado en tener más, por supuesto finalmente fue muy infeliz (Eclesiastés 6:1-2).  El segundo tuvo una vida muy larga y una gran familia, pero en todos esos años nunca busco hacer el bien y murió olvidado sin amor, el autor dice que este hombre fue tan fracasado, que hubiera sido mejor no haber vivido, que ser rico y famoso pero desgraciado (Eclesiastés 6:3-4).

El apóstol Pablo nos aconseja que cuando le damos a Dios el control de nuestras vidas, podremos disfrutar de sus bendiciones terrenales, debido a que: “A los ricos de este mundo manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).

  1. Así que, cuando usamos las bendiciones que Dios nos da entre ellas el dinero, para hacer el bien, y lo invertimos para propósitos eternos (1 Timoteo 6:18), tendremos el gozo que tan sólo proviene de una vida entregada a Dios.
  2. Ser rico en Dios (Mateo 6:33), es mejor que ser rico en bienes. Haciendo esto tendremos vidas realmente significativas.

HG/MD

“Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos y dispuestos a compartir” (1 Timoteo 6:18)