Lectura: Juan 10:31-42
Ya habían pasado al menos 2 años desde que Juan el Bautista había muerto en manos de Herodes y su amante, quien era la mujer e hija de su hermano Felipe (Mateo 14:1-12), y las personas por supuesto habían empezado a olvidar. Pero cuando la multitud se reunió para oír al Señor en un lugar donde Juan había enseñado cerca del Jordán, muchos recordaron lo que él les había enseñado sobre Jesús y dijeron: “…Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad” (Juan 10:41).
La mayoría de nosotros vive, por así decirlo, vidas ordinarias; no somos protagonistas de un programa de televisión, ni somos personas famosas de la farándula, no se nos conoce por nada en particular. Somos personas comunes y corrientes.
Sin embargo, el hecho que seamos personas comunes, no implica que no tengamos sueños y deseos de hacer nuestro mejor esfuerzo, y sobre todo como creyentes, tenemos el gran privilegio de poder hablarle de Jesús a las personas donde quiera que vayamos, diciéndoles: “¡Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).
Aunque para el mundo no parezca que tengamos algo especial, para el Señor tenemos el trabajo de ser embajadores de sus buenas noticias (2 Corintios 5:20). Al hacer esto habremos cumplido uno de los propósitos esenciales de la vida; y luego de que hayamos partido de este mundo, incluso puede ser que alguien diga de nosotros: “ninguna señal hizo; pero todo lo que dijo sobre el Cordero de Dios era verdad”.
Tal como la semilla que es plantada en el suelo, la Biblia puede estar latente por muchos años y brotar posteriormente como una suave lluvia de primavera hacia la vida eterna.
- El Señor nos invita a que compartamos las maravillas que Dios ha hecho por nosotros, con quienes también necesitan beber del agua de vida que sólo Él puede dar (Juan 7:37-39).
- Nosotros sembramos la semilla, pero Dios produce la cosecha (1 Corintios 3:6).
HG/MD
“Y muchos fueron a él y decían: “Juan, a la verdad, ninguna señal hizo pero todo lo que Juan dijo de este era verdad” (Juan 10:41).