Lectura: Colosenses 3:12-18

Rodrigo había esperado mucho ese día, estrenaba ropa nueva, y hasta había intentado ponerse en forma; se levantó temprano, tomó un desayuno saludable y salió hacia el hotel donde se reuniría con sus compañeros en el 20 aniversario de su graduación colegial.

Entró al lugar, saludó y hasta abrazó a algunas personas, de repente se empezó a dar cuenta que por más que intentaba no reconocía a nadie en aquel salón, así que fue a la recepción del hotel para preguntar si aquella era la sala correcta. La recepcionista pronto lo sacó de su error, ese día había dos reuniones de 20 aniversario, pero en salones diferentes, él había entrado a la reunión equivocada.

Este mismo principio aplica para muchos de los problemas con los cuales nos encontramos en la vida, si verificamos lo obvio la mayoría de las veces resolveremos la situación; por ejemplo, esta es una máxima en los centros de llamadas cuando alguien llama porque su televisor no funciona, antes de ir a buscar un problema más grave, el agente de servicio hará preguntas obvias: “¿El cable que suple la corriente está conectado?, ¿Las baterías de control remoto están bien colocadas?”.

Verificar primero lo obvio, ese es un buen principio para nuestra vida espiritual. En Colosenses 3:12-17, Pablo nos indica una docena de cualidades espirituales que evidencian nuestro estado de salud espiritual, tan sólo por citar algunas diremos las siguientes: compasión, amabilidad, humildad, paciencia, perdón, amor y agradecimiento; si estas cualidades no están bien, sin duda nuestra vida se verá afectada.

Antes de criticar fuertemente a otra persona, podríamos pedirle al Señor que nos revele nuestros propios defectos; antes de cortar los cables de una relación, podríamos verificar nuestro grado de paciencia y perdón.

  1. Puede suceder que sintamos que los demás son los causantes de nuestros problemas, cuando en realidad, si verificamos lo obvio, podemos descubrir que en parte o en su totalidad la culpa es nuestra.
  2. No seamos rápidos para juzgar, pensemos primero en lo obvio, examinémonos y oremos a Dios para que nos guie a tomar la mejor decisión.

HG/MD

“soportándose los unos a los otros y perdonándose los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor los perdonó, así también háganlo ustedes” (Colosenses 3:13).