Lectura: Mateo 9:9-15

Hace ya algunos años un reconocido deportista, ganó el torneo abierto de Golf de los Estados Unidos, aceptó el trofeo y dijo a la multitud: “Quiero dar gracias al Señor Jesucristo… Aun con Dios a mi lado, estaba bastante nervioso”.

En un artículo de una revista deportiva un periodista dijo lo siguiente en torno a dichas declaraciones: “Sus palabras produjeron vítores en el… público.  Pero en los seminarios y templos de todo el país la respuesta probablemente fue más reservada.  Después de todo, el Jesús de la Biblia pasaba la mayor parte del tiempo ministrando a los perdedores por así decirlo.  El Mesías se mantenía notoriamente ausente de los palcos lujosos y de los círculos para vencedores de la Roma Imperial”.

Lo más seguro es que este creyente deportista, sabía que Dios no sólo está del lado de los ganadores.  Probablemente estaba aprovechando la ocasión para testificar de su Salvador.

Jesús se juntaba con toda clase de personas, independientemente de cuál fuese su situación en la vida.  Era “amigo” de publicanos y de pecadores” (Mateo 11:19).  Mientras hablaba con una señora anciana, ella me lo recordó cuando dijo: “Pienso constantemente en toda la gente común a quién Jesús ministró.  No podemos olvidar a la gente común”.

  1. Ganadores, perdedores, ricos, pobres: Cristo murió por todos. Los que escogen confiar en Él son los verdaderamente ganadores.
  1. Sólo Jesús puede dar el máximo galardón de todos: la vida eterna.

NPD/DCE