Lectura: Lucas 8:40-56

Un joven quien estaba de vacaciones en la playa, se levantó muy temprano para ver el amanecer; cuando llegó a la playa, le llamó la atención un hombre quien recogía estrellas de mar esparcidas por la playa y las lanzaba al mar.  El joven le preguntó por qué hacía eso.  El hombre le respondió que rescataba estrellas de mar antes de que el sol las golpeara con sus ardientes rayos.

Cuando le dijo esto, el joven lo miró y le dijo sarcásticamente: “Pero debe haber cientos de estrellas por esta playa tan extensa, ¿en qué ayudará que usted haga eso?”  El hombre miró una estrella de mar que en ese momento tenía en su mano y le dijo: “Va a ayudar a ésta”.

El Señor Jesús nunca permitió que las grandes multitudes controlaran su ministerio, de tal forma que siempre tuvo tiempo para ayudar a las personas de forma individual.  Un ejemplo de ello se encuentra en nuestra lectura devocional, en la cual leímos que una multitud lo esperaba (Lucas 8:40); no obstante, tuvo tiempo para detenerse a ayudar a un hombre y a una dama en necesidad (Lucas 8:41-56).

Henri Noewen (1932-1996), escribió lo siguiente: “Los que quieren estar cerca de “todos”, muchas veces se sienten incapaces de estar cerca de nadie”.  Muchas personas tienen este problema, se les dificulta enfocarse en una persona, y es por ello que nuestro Señor nos anima a tener tiempo para animar a otros, tal como lo dijo en Mateo 25:40: “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron”.

  1. Ponte como desafío esta semana, ayudar a una persona a la vez, déjale el resto a Dios en oración.
  2. Es mejor ayudar a una persona dando lo mejor de nosotros, que dar pequeños porcentajes de tiempo a muchas personas.

HG/MD

“Y respondiendo el Rey les dirá: “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mateo 25:40).