Lectura: 1 Corintios 12:14-26

Con mucho esfuerzo la escuela había creado una pequeña orquesta infantil, y cada semana un director profesional separaba un espacio en su apretada agenda para ensayar con los pequeños.

Los violines desplegaban una melodía hermosa, los tambores tronaban, las trompetas resonaban y las guitarras vibraban maravillosamente.  Pero, él notó que faltaba algo: el triángulo.  El pequeño músico de 8 años se había distraído y esperaba que no se hubiera notado la ausencia de su instrumento. Entonces, el director le recordó al grupo: “Todos somos necesarios”.

En esencia eso era lo que el apóstol Pablo les había tratado de comunicar a los creyentes de Corinto en su primera carta (12:4-7).  Cada creyente tiene un papel importante en el cuerpo de Cristo. El apóstol enumeró una serie de dones del Espíritu y comparó su uso con el funcionamiento de las diversas partes del cuerpo humano, para beneficio de todo el conjunto (vv. 8-10).

Las personas que componían la iglesia de Corinto, ciertamente tenían trasfondos culturales, dones y personalidades diferentes, sin embargo, tenían algo en común, estaban llenos del mismo Espíritu y pertenecían al cuerpo de Cristo.

El apóstol Pablo también enfatizó que las partes del organismo que son más débiles e indecorosas, son imprescindibles para su funcionamiento, y enseñó que todos los hijos de Dios desempeñan un papel necesario e importante, y que, por lo tanto, ninguna parte es más indispensable que otra.

  1. Dios te ha asignado una tarea importante que debes cumplir, compartir tu testimonio con las personas y ser de bendición para otros creyentes.
  2. Aprovecha cualquier oportunidad que tengas para decirles a otros que también ellos son importantes para Dios, tanto es así que envió a su Hijo a morir para darles vida eterna.

HG/MD

“De manera que, si un miembro padece, todos los miembros se conduelen con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros se gozan con él” (1 Corintios 12:26).