Lectura: Efesios 2:1-10

Muchas personas asumen que podemos calificar para ir al cielo, si tan sólo hacemos muchas buenas obras.  Esta idea errónea queda ilustrada por un comentario que hizo alguien después de la muerte de un hombre a quien se tenía en alta estima.  Un amigo suyo dijo: “Si alguien va al cielo, él de seguro estará allí, porque era un hombre muy pero muy bueno”.

Sin embargo, según el apóstol Pablo, la salvación se basa en el regalo de la gracia de Dios, no en las buenas obras de las que la gente se pueda jactar (Efesios 2:8-9).  ¿Entonces dónde quedan las buenas obras?  En el versículo siguiente, Pablo describe a los creyentes diciendo que son: “creados en Cristo Jesús para buenas obras (“no por buenas obras”), las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10 – énfasis añadido).

Si  no tenemos este asunto claro cometeremos el error de tratar de ganarnos nuestra entrada al cielo, lo cual dice la Biblia que nadie puede hacer por si mismos (Rom.3:23-28) ¿Cómo lidia la gracia con este problema?  Un anciano en su lecho de muerte lo expresó muy bien: “He tomado todas mis buenas y mis malas obras y las he echado por la borda. Al cielo voy solamente por el regalo de la gracia de Dios.”

El único fundamento seguro y firme, tanto para la vida como para la muerte, es el regalo de la gracia de Dios.  Sin embargo, no se trata de una gracia barata; recuerda que Jesús murió para pagar la pena por nuestro pecado.  Somos salvos para buenas obras y las mismas son el reflejo de nuestro amor por el Señor.

  1. Somos salvos para comunicarle a otros que aún no conocen a Cristo, que esa es la decisión más importante que deben tomar en sus vidas.
  1. Somos salvos para mostrarle al mundo, lo que puede hacer una vida de servicio completamente entregada a Dios.
  1. Somos salvos para aprender cada día más del Señor; con lo cual podemos hacer y aceptar Su voluntad en nuestras vidas.

NPD/JEY