Una solicitud extraña

por | Ago 14, 2025 | Devocionales | 0 Comentarios

Lectura: Hechos 4:5-20

Una iglesia invitó a un orador bastante conocido por su buen testimonio y excelente dominio de los temas bíblicos, para que impartiera una charla el domingo.

Sin embargo, cuando el hombre preguntó acerca del tema que querían tratar en la conferencia, la persona que lo invitó le dijo: “Puede hablar de Dios, pero evite hablar de Jesús”.

El hombre se sorprendió y le dijo: “¿Por qué, no quieren que hable de Jesús?”

La respuesta que le dio fue: “Es que algunos de nuestros miembros destacados se sienten incómodos cuando se habla de Jesús.  Entonces, mencione solamente a Dios y todo saldrá bien.

Al oír esto, el orador respondió: “No puedo aceptar esas condiciones; si no puedo hablar de Jesús, no hay mensaje”.

Algo parecido les sucedió a los apóstoles Juan y Pedro en los inicios de la Iglesia de ese momento. Los líderes religiosos se reunieron para advertirles a los discípulos que no hablaran de Jesús (Hechos 4:17); no obstante, ellos respondieron con convicción: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).

Si alguien afirma que cree en Dios, pero no cree en su Hijo Jesús, se está contradiciendo. En Juan 10:30, Jesús describe claramente la relación singular que existe entre Él y su Padre: “Yo y el Padre uno somos”; esto confirma su deidad, y por esa razón pudo decir: “Creen en Dios; crean también en mí” (Juan 14:1). Pablo supo que Jesús es Dios y lo reafirmó de la siguiente manera: “… él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse” (Filipenses 2:6).

  1. No debemos avergonzarnos del nombre de Jesús: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
  2. Señor Jesús, ayúdanos a compartir con otros acerca de nuestra experiencia caminando contigo y de la salvación que quieres ofrecerles.

HG/MD

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12).

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