Lectura: Salmo 19:7-11

Cuando estuvimos en la primaria o secundaria, la mayoría lidiamos con el problema de no querer leer algún libro que se nos había asignado como lectura obligatoria para ese año escolar.  Sin embargo, sorprendentemente, en algunas ocasiones nos dimos cuenta que al empezar a leerlo nos resultó entretenido, interesante y hasta una lectura divertida.

En algún momento de mi vida también experimenté exactamente el mismo proceso al enfrentarme con la lectura del Antiguo Testamento. Pensaba que era un tanto extraño y con porciones muy aburridas, por ejemplo: ¿Por qué se dedica tanto lugar en sus páginas en descripciones de templos, sacerdotes y reglamentos para sacrificios que ya no existen? ¿Cómo podía encontrarle sentido a esta parte de la Biblia y cómo se aplica a nuestra vida en la actualidad?

Pero, luego de alguna motivación de mis maestros y líderes, me esforcé por superar las barreras y quejas que me había autoimpuesto en relación con el Antiguo Testamento, hasta que llegó el momento en mi vida de sentir la necesidad de leerlo por lo que estaba enseñándome. A la larga, me encontré deseando leer esos 39 libros, ya que satisfacían un hambre en mí que ninguna otra cosa podía suplir, y me enseñaban sobre la vida con Dios.

El Antiguo Testamento nos habla de la historia de muchos pueblos y sus encuentros y desencuentros con Dios, de la necesidad que tenemos todos de Él y brinda un curso avanzado sobre cómo es la vida con y sin Dios.

  1. Todas las metas van a requerir de trabajo y perseverancia, así que la meta de leer la Biblia en un año, incluido el Antiguo Testamento, al principio va a requerir de una buena cuota de disciplina y de ganas, pero el premio lo vale.
  2. Si aún no has iniciado con la maravillosa aventura de la lectura anual de la Biblia, hazlo, no te arrepentirás, inicia hoy mismo.

HG/MD

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia” (2 Timoteo 3:16).