Lectura: Hebreos 5:5-14

Un estudiante universitario estaba teniendo problemas con sus estudios, por lo que decidió finalmente hablar con su profesor. El estudiante se quejaba diciendo: “Estoy estudiando mucho, hago lo mejor que puedo, pero sencillamente no puedo retener lo que leo, ni lo que trato de memorizar. ¿Cree usted que sería conveniente que contratase a un tutor?”

Comprendiendo claramente el problema del joven, el instructor le contestó: “No, yo no recomendaría eso en absoluto. No necesitas un maestro, ¡lo que necesitas es un alumno!”. El maestro sabía que el aprendizaje aumenta cuando compartimos nuestro conocimiento con otros.

El consejo de este profesor nos recuerda a los creyentes que conocen muchas verdades de la Biblia, pero que siguen teniendo una comprensión deficiente de las Escrituras. Asisten a la iglesia todos los domingos escuchan fielmente los programas radiales bíblicos, se inscriben en estudios bíblicos en línea y estudian las Escrituras individualmente; no obstante, parece que les faltase un conocimiento práctico de la Biblia. ¿Cuál es el problema? ¡Nunca hacen nada con la información! Lo que necesitan no es aprender más; necesitan pasar a otros lo que han aprendido. A medida que lo pongan en práctica, lo comprenderán totalmente. A esto se le conoce con el nombre de DISCIPULADO o sea invertir parte de tu vida y tu conocimiento sobre Dios, en otras personas, para que estas a su vez hagan lo mismo. Esto fue lo que hizo Jesús con sus discípulos y ahora gracias a eso, tú estás leyendo estas palabras.

  1. ¿Y tú, en este momento estás discipulando a alguna persona? Si no es así, es hora de que dejes de ser alumno y comiences a ser maestro.
  2. Una buena manera de aprender la verdad de Dios es enseñarla a otros.

NPD/RWD