Lectura: Mater 16:21-28

En los países donde se presentan las cuatro estaciones, es normal que en los inviernos se requiera de sales u otros productos para bajar el punto de congelación, ya que a través de ellos se derrite la nieve, dejando el paso libre para el transporte.  El problema es que ese tipo de soluciones presenta un efecto secundario, la sal comúnmente carcome también el chasis de los automóviles, así que lavar el automóvil también es un frecuente ritual en el inverno.

No obstante, gracias a la tecnología, como todo en nuestros tiempos, ahora también es común que luego de que se realice el proceso de lavado de carrocería, se inicie un proceso de rocío de un agente “secante”; suena un tanto extraño y hasta un tanto paradójico que se deba aplicar un producto que moja para secar, pero estas sustancias están diseñadas para eso, a la vez que dejan una capa protectora en el chasis.

Nuestro Señor Jesús, también le presentó a sus seguidores algunos principios que al inicio podían ser considerados como contrarios a la intuición, por ejemplo, en Mateo 16:25 dijo lo siguiente: “Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí la hallará”.

Esto no suena muy lógico, ¿que para salvar nuestras vidas tengamos que perderla?  Suena igual a que para secar un automóvil tengamos que mojarlo.  Sin embargo, estas declaraciones son absolutamente ciertas.  Sólo cuando morimos al “yo”, entregando por completo nuestras vidas a Cristo, podemos en verdad vivir.

  1. Quizás nos parezca extraño que para vivir tengamos que morir, pero es la clave para la salvación.
  2. Vivir para Jesús implica aprender a dejar morir el yo.

HG/MD

“Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí la hallará”. (Mateo 16:25).