Lectura: Santiago 2:14-26

A consecuencia de su edad, a Magda le era muy difícil continuar soportando los fríos inviernos de su país, es por ello que decidió mudarse a un tranquilo país tropical, el sueño de muchos al terminar los años laborales.

Pero, Magda no quería simplemente ir, retirarse a ese país y no volver a hacer nada más, entonces recordó una vieja melodía de sus primeros días en su iglesia local, la cual decía algo como lo siguiente: “Lo que eres, en realidad, es más de lo que otros ven, lo que eres depende de quién eres en Cristo y lo que esto te hace hacer por otros y por Él”.

Al pensar en esta vieja melodía, ella pensó decididamente en ayudar a otros ahora que se encontraba en este nuevo país que le permitía tener un alivio a sus enfermedades, así que todas las mañanas servía comida caliente a más de 45 familias con necesidad. Años después, varias de aquellas mujeres aceptaron a Cristo como Salvador y buscaron a Magda para agradecerle por haberle mostrado el amor de Dios.

En nuestra lectura devocional del libro de Santiago, se nos dice claramente que la fe sin las obras está muerta (2:17).  Por supuesto, debemos entender que no significa que las obras producirán fe, sino más bien confirmarán que nuestra fe es verdadera.

Es fácil decir que creemos en Dios, pero nuestras obras son las que deben demostrar la veracidad de nuestras palabras.  Abraham fue un ejemplo de esto, no solamente anduvo por fe, sino que lo demostró al estar dispuesto a entregar a su hijo para obedecer a Dios (Santiago 2:21-24; Génesis 22:1-18). Por supuesto sabemos cómo terminó la historia, pero esta fue una prueba para la fe de Abraham quien la pasó con creces.

  1. Entonces ¿cómo podemos demostrar hoy de manera práctica que amamos a Dios y que confiamos en Él?  Sirviendo a Dios y a nuestros semejantes.
  2. Una vida de servicio sincero, es una muestra de un corazón agradecido para con Dios.

HG/MD

“Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios.  No es por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10).