Lectura: Juan 6:60-69

Hace algún tiempo leí el testimonio de un creyente que habitaba en un país comunista antes de su caída, y quien había conseguido una Biblia que leía cada noche durante al menos 4 o 5 horas.

Este hombre había hecho amistad con otro creyente y al saber que su amigo había conseguido una Biblia, le pidió que se la prestara.  Sin embargo, decidió hacer algo mejor, copiaría laboriosamente la Biblia para su amigo. Decidió que este sería su ministerio, copiar Biblias a mano sin importar cuanto le doliera la mano y el brazo. Pronto había logrado escribir varias copias que eran compartidas por muchos creyentes, quienes habían decidido hacer lo mismo; estas Biblias sirvieron hasta que algunos años más tarde lograron conseguir copias impresas de las Escrituras, pero, mientras esto sucedía, aquellas Biblias escritas a mano fueron su mayor tesoro, eran las palabras de vida eterna en sus manos.

Cuando las enseñanzas de Jesús comenzaron a “ofender” a aquellos que lo estaban siguiendo, muchos eligieron irse (Juan 6:60-66). Así que les preguntó a sus discípulos, ¿Quieren acaso irse ustedes también?” (v.67).

Pedro respondió, “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (v.68). Pedro sabía que Jesús era el Verbo vivo, el Dios verdadero revelado en la carne. Él estaba dispuesto a abandonarlo todo en esta vida por seguir a Aquel quien es el Camino, la Verdad, y la Vida, por oír sus palabras.

Al igual que el apóstol Pedro, los creyentes que vivían en aquel país donde era prohibido tener acceso a las Escrituras, disfrutaron tener en sus manos la Palabra de Dios, estaban dispuestos a arriesgar sus vidas, a desgastar sus cuerpos, por hacer su voluntad y compartir con otros la Biblia. No seas como aquellos de decidieron cerrar sus oídos a las verdades escritas en ella.

  1. De seguro tienes acceso a una Biblia, ¿Qué estás haciendo con ella? ¿a quién irás?
  2. Empieza por leerla todos los días.  Comparte con otros lo que descubres en ella cada día.

HG/MD

“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68).