Lectura: Éxodo 3:1-12

¿Cuántas veces hemos pasado por alto un amanecer espectacular porque estábamos demasiado ocupados o distraídos para disfrutarlo y seguimos con nuestras actividades? Es importante que nos detengamos de vez en cuando unos instantes y veamos el amanecer de cada día como una nueva oportunidad de adorar a Dios.

Y es que en medio de las ocupaciones y tensiones que inundan nuestras jornadas, hay muestras de belleza por todas partes, pequeñas muestras de la bondad de Dios que encontramos aquí y allá a lo largo del camino; si tan solo tomáramos un tiempo para detenernos y reflexionar acerca del amor de Dios hacia nosotros, todo sería diferente al menos durante ese día.

¿Qué habría pasado si Moisés solamente hubiese echado un vistazo rápido a la zarza que ardía, pero que “no se consumía”? (Éxodo 3:2) ¿Y si la hubiera ignorado y seguido apurado haciendo otras cosas? Lo cierto es que, si no se hubiera detenido, entonces habría perdido la oportunidad de tener un encuentro grandioso y transformador con el Dios viviente (vv. 4-12).

Es un hecho que, así como nosotros hoy, Moisés tenía muchas ocupaciones, como por ejemplo cuidar ovejas, que de hecho es un trabajo complicado, y por supuesto debía cumplir con muchos otros quehaceres vitales para proveer lo necesario a su familia. Si bien es cierto en ocasiones tenemos que apurarnos, en general, la vida debe ser menos acelerada y tener más pausas que nos permitan pasar tiempo pensando y soñando con nuestra esperanza eterna.

  1. La vida es hoy; el ayer ya pasó y el futuro aún no llega, debemos ser conscientes de esa realidad para que podamos ver el amor de Dios a cada momento; para poder volver a poner nuestra mirada en las maravillas del Creador y el nuevo amanecer de cada día.
  2. Agradece a Dios hoy porque es una nueva oportunidad de cumplir y ser parte de su plan perfecto.

HG/MD

“Tuyos son los cielos, tuya es también la tierra; el mundo y su plenitud tú los fundaste” (Salmos 89:11).