Lectura: 1 Samuel 1:1-18

Una de las prácticas que más golpean a las empresas, es la deslealtad de algunos de sus colaboradores cuando ven que se incorpora personal nuevo.  En ocasiones estos antiguos empleados utilizan la crítica malintencionada o la desinformación hacia sus compañeros novatos, y con esto logran que algunos de ellos desistan y no continúen en la organización.  Es por esta razón que los buenos gerentes tratan de cuidar a los nuevos colaboradores, rodeándolos de instructores que los capacitan y protegen de los ataques malévolos.

En nuestra lectura devocional, podemos ver el cuidado que Dios tuvo de Ana, quien estaba rodeada por un esposo que no la entendía, una mujer que la humillaba y se burlaba de ella a causa de su esterilidad, y un sacerdote que la juzgó previamente sin conocer lo que le acontecía.

En medio del dolor que sentía y de todo este mar de personas que, en lugar de apoyarla tan sólo la agredían con sus palabras de desprecio e incomprensión, ella descubrió que podía confiar en un Dios que la iba a acompañar aun en medio de la tormenta (1 Samuel 1:10).

Si bien sabemos que Dios respondió la oración de Ana y le concedió un hijo, no sabemos si las palabras de Elí fueron sinceras o las dijo tan sólo por compromiso, de lo que sí podemos estar seguros es de lo que pueden hacer unas palabras de ánimo y bendición en una persona que ha puesto su confianza en Dios; el pasaje nos dice que, a partir de ese momento, Dios puso paz en el corazón de Ana, su rostro dejó de estar triste y siguió su camino, el resto es historia.

Cuando venimos a Jesús, Dios restaura la comunión que habíamos perdido debido al pecado de Adán (Romanos 5:12-21), y cuando esta comunión se fortalece, podemos expresarle con toda confianza nuestras angustias y alegrías sin temor o vergüenza, ya que sabemos que sin importar cuál sea su respuesta, será la mejor para nosotros pues Él nos protege de nuestros enemigos y de nuestros deseos inadecuados.

  1. Hablemos con Dios cada día, pidamos su dirección y consejo, Él está siempre con nosotros y está capacitado para lidiar con cualquier problema y darnos una fe triunfadora.
  2. Cuando nos acercamos más a Dios podemos ver las cosas que nos rodean de una manera diferente, a la manera de Él.

HG/MD

“Porque si por la ofensa de uno reinó la muerte por aquel uno, cuánto más reinarán en vida los que reciben la abundancia de su gracia y la dádiva de la justicia mediante aquel uno: Jesucristo” (Romanos 5:17).