Lectura: Marcos 1:32-39

Vivimos en un mundo muy exigente, sientes que en tu trabajo te solicitan plazos de entrega imposibles, tus profesores esperan que memorices todas las fórmulas matemáticas que aprendiste en el curso para tu examen final, o los maestros les asignan a tus hijos tareas y actividades educacionales y deportivas para hacer en casa, las cuales terminan por llenar tu agenda.  Es por ello que cada vez es más frecuente que las personas digan: sino tuviera tantas responsabilidades, podría tener más tiempo para Dios.

No obstante, C. S. Lewis (1898-1963) señaló muy acertadamente que nadie ha estado más ocupado que Jesús, quien pasó: “del taller, a los caminos, de ahí las multitudes con sus demandas, sin olvidar la fuerte oposición de sus enemigos, la falta de privacidad y las constantes interrupciones”.  

En Marcos se nos narra brevemente un día típico de nuestro Señor en su estadía en Capernaum: “Al atardecer, cuando se puso el sol, le traían todos los enfermos y los endemoniados. Toda la ciudad estaba reunida a la puerta. Y él sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades y echó fuera muchos demonios. Y no permitía a los demonios hablar, porque lo conocían” (Marcos 1:32-34).

Al día siguiente (Marcos 1:35), el Señor buscó un lugar solitario para orar. Allí recibió dirección de Su Padre para continuar con un ministerio exigente en otro lugar. Nuestro Señor estaba en comunión con Su Padre y dependía del Espíritu Santo para que obrara a través de Él.

Nota como inició el día Jesús, como era su costumbre separó un tiempo para hablar con su Padre para recibir dirección; el mundo no será menos exigente mañana, pero si puedes tomar la decisión de empezar tu día de manera diferente, piensa en nuestro amado Señor, quien no escatimó el ser Dios como excusa, con tal de brindar Su vida por nosotros.

  1. ¿Tienes tu agenda llena?  Sigue el ejemplo de Jesús y separa un tiempo especial para hablar con Dios.
  2. Pídele ayuda para enfrentar las exigencias del día a día, sin olvidar lo que es verdaderamente importante, tu relación con Él.

HG/MD

“Habiéndose levantado muy de madrugada, todavía de noche, Jesús salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba” (Marcos 1:35).