Lectura: 2 Corintios 5:18-21

Unos amigos colonizadores viajaban una vez juntos por las praderas de los Estados Unidos. Un día, se horrorizaron al ver un fuego que se movía en dirección a ellos avivado por el fuerte viento.

A medida que las llamas se acercaban más y más, un hombre, para asombro de otros, le prendió fuego a favor del viento a un gran pedazo de terreno cubierto de yerba seca. La yerba se quemó rápidamente, dejando atrás un área desierta y chamuscada. Entonces dijo a los demás hombres que se colocaran en el lugar ya quemado. Observaron como el fuego se les acercaba arrasando hasta que llegó al área quemada… ¡y se detuvo! Los hombres estuvieron a salvo mientras el fuego les pasaba por ambos lados.

Los fuegos del juicio de Dios descenderán a su debido tiempo para juzgar a un mundo malvado y apartado de Dios. Pero Dios ha provisto un lugar ya quemado. En el Calvario, el fuego de la justicia de Dios fue apagado por Jesús. Él llevó nuestro pecado allí y pagó completamente la deuda por nuestras transgresiones. Satisfizo plenamente las demandas por nuestro pecado, y los que hemos dado nuestro paso de fe en la obra consumada de Cristo, estamos seguros en el lugar ya quemado. No queda nada por quemar.

Pedro dice sobre Jesús: “Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, ustedes son sanados” (1 Pedro 2:24).

  1. ¿Estás en el lugar quemado? Hoy mismo puedes acceder al perdón de Dios, si aceptas Su oferta obtendrás vida eterna.
  2. Cristo murió en nuestro lugar, para proveernos un lugar seguro, no dejes pasar esta oportunidad.

NPD/MDH