Lectura: Tito 1:10-16

Los asistentes a una iglesia estaban enfrentando un problema con alas.

¿Qué hacía esta ave? Robaba la goma negra de los limpiaparabrisas de los autos durante los cultos de los domingos.  Mientras la congregación entonaba cánticos de alabanza y escuchaban la Palabra de Dios, esta ave de un tamaño considerable, usaba su pico para empezar a halar las piezas de goma.

Como respuesta, el predicador organizó una patrulla contra esta ave. Cuando el ladrón volador descendía al estacionamiento, los voluntarios salían corriendo y trataban de espantarlo. “Es gracioso —dijo el predicador— pero también es una molestia. Los limpiadores no son nada baratos”.  Con el tiempo el ave dejó de “robar” y no se le volvió a ver.

El apóstol Pablo habló a Tito, uno de sus discípulos, sobre el carácter de algunas personas que seguramente se encontraría en el ministerio al decirle: “Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos” (Tito 1:12). Por supuesto, no se refería a todos los habitantes de Creta, pero si a las personas que querían ser estorbo para el evangelio. Pablo quería que Tito fuera un buen ejemplo para el Señor, y eso incluía no robar a la gente.

En Tito 2:9-10, el apóstol Pablo también dirigió sus comentarios específicamente a esclavos que creían en Jesús. Quería que ellos estuvieran “sujetos a sus amos” y que no les robaran.  Los robos pequeños por parte de esclavos eran comunes en las casas romanas durante aquella época. Pablo quería que sus amigos siervos demostraran “buena fe para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (v.10).

  1. Aunque la esclavitud prácticamente ha sido desterrada del mundo occidental, las palabras del apóstol siguen muy vigentes; si estamos robando por pequeño que esto sea, nuestro testimonio cristiano se arruina, nos convertimos en piedra de tropiezo para los incrédulos y definitivamente nuestra enseñanza no es efectiva.
  2. Deja de robar dinero, objetos, tiempo o el crédito por cosas que no has hecho siendo otro quien lo merece. El precio de tus acciones es mayor de lo que crees.

HG/MD

“El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).