Lectura: Romanos 1:16-25

En redes sociales me compartieron una simpática lista de razones titulada: Diez razones por las que nunca me baño.

  1. Me obligaban a bañarme cuando era niño.
  2. La gente que se baña es hipócrita, se cree más limpia que los demás.
  3. Hay tantas clases de jabones que no puedo decidir cuál es el adecuado.
  4. Solía bañarme, pero me aburrí de hacerlo.
  5. Sólo me baño el 31 de diciembre y el 1 de enero, para terminar e iniciar limpio el año nuevo.
  6. Ninguno de mis amigos se baña.
  7. La realidad es que no tengo tiempo.
  8. El baño no es lo suficientemente cálido.
  9. Empezaré a bañarme cuando sea mayor.
  10. Los fabricantes de champús y jabones sólo quieren tu dinero.

Como podemos observar, la gran mayoría de las excusas son débiles. De la misma forma muchas personas tienen miles de excusas cuando se trata de iniciar una relación verdadera y profunda con Dios. A pesar de que es evidente que existe un Creador (Romanos 1:19-20), e innumerables evidencias de que Jesús es quien dijo ser: el Salvador (Hechos 1:3); las personas continúan poniendo barreras y evitan en la medida de lo posible hablar de su situación como pecadores.  Es por ello que el apóstol Pablo fue tan enfático cuando dijo: “No tienen excusa” (Romanos 1:20).

  1. Cuando se trata de algo tan serio como tu destino eterno, que no te atrapen dando excusas sin sentido.
  2. No existe ninguna excusa para ignorar a Dios. 

HG/MD

“Porque lo invisible de él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).