Lectura: Gálatas 5:22-26

Era un día soleado y caluroso, los tres muchachos habían acabado de pasar por un sembradío de sandías, y pensaron, por qué no, nadie está cuidando esa cosecha, así que se devolvieron y se detuvieron frente al campo y en minutos llenaron de sandías el maletero de su automóvil, y partieron a toda velocidad.  Los robos ocurren más comúnmente de lo que pensamos, y desgraciadamente esto no solo ocurre con frutos físicos, sino también con el fruto del Espíritu que encontramos en la Biblia.

El apóstol Pablo motivaba a los creyentes para que desarrollen el fruto del Espíritu en sus vidas, el cual está compuesto por los siguientes componentes: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gál.5:22-23).

El enemigo no desea que este fruto se desarrolle en nuestras vidas.  Tan pronto empiezan a emerger esas virtudes asociadas al fruto, el diablo usa estratagemas para hacer que se marchiten o minimicen sus efectos.

Al permitir que este fruto emerja en nuestra vida, el carácter de Cristo empieza a sustituir al carácter no cristiano que habita en nosotros.  Para asegurarnos que la sustitución se realice, necesitamos profundizar en las verdades que encontramos en la Biblia: hablar con Dios cada día, hacer su voluntad, cumplir el propósito para el cual fuimos llamados, conocer a Dios y hacer que otros le conozcan (Efes.6:13-18).

  1. Al poner en práctica estas verdades, empezaremos a dar fruto y no seremos victimas del ladrón de frutos.

 

  1. Si deseas producir el fruto del Espíritu, no debes dejar que el pecado eche raíces en tu vida.

HG/MD

“Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley”  Gálatas 5:22-23.