Lectura: Génesis 2:18-25

¿Por qué en ocasiones somos tan tercamente negligentes acerca de la relación que nos puede traer más felicidad?

No es ningún secreto que, fuera de nuestra comunión con Dios, la conexión más importante que tenemos como seres humanos es la que compartimos con nuestra pareja. Sin embargo, ¿con cuanta frecuencia le damos a esa relación la atención que necesita?

Cuando Dios ordenó el matrimonio en el Jardín del Edén, Él nos ofreció una relación notable.  Cuando está debidamente nutrida, nos brinda felicidad, paz, satisfacción, propósito y crecimiento.  La ironía de esta estrecha relación entre dos personas, sin embargo, es que cuando no se nutre, puede traernos frustración, dolor, tristeza, ira y amargura.

Por eso mi pregunta inicial: ¿por qué somos tan tercamente negligentes con respecto a esta relación tan vital?

Existen comercialmente ciertos días durante el año, en los que se espera mostrar una atención especial a las personas que amamos.  En esos días nos resulta fácil demostrar las cualidades que alegran un matrimonio o una relación.  Pero, ¿no deberíamos hacer esto todos los días? ¿No deberíamos amar, honrar, acariciar, comunicar, perdonar, respetar y cuidar esta relación todo el tiempo? Lo haremos si queremos experimentar el gozo que Dios nos prometió por medio de nuestro matrimonio.

1. Hoy, mañana, en una semana, en un mes, siempre será un buen tiempo para expresarle cariño y amor a nuestros seres queridos.

2. Nutre tu relación o tu matrimonio -si estás casado(a)-, y esto alimentará tu alma.

NPD/DB