Lectura: 1 Pedro 5:1-9

Fue un día muy temprano y se trataba de una mañana como cualquier otra, me dirigía hacia mi trabajo.  De repente, me sorprendió algo que pasó frente al vidrio delantero de mi automóvil, seguido de un agudo chillido y del susto casi me salgo de la carretera.

Hasta el día de hoy, no sé bien que fue aquella figura que pasó rauda, supongo que fue algún tipo de pájaro de tamaño regular, y aunque ninguno de los dos sufrió golpes, sin duda me impresionó.

Luego de esa situación aprendí a mostrar más atención y a estar alerta, fue un servicio de despertador muy sorpresivo y peligroso.

El apóstol Pedro nos ofrece una clase diferente de advertencia, bastante desagradable, pero necesaria.  Nos alerta sobre una batalla espiritual que libramos contra un enemigo poderoso. Advierte: “Sean sobrios y velen. Su adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8). Este llamado de atención nos debe despertar, hacer que veamos el peligro y estar preparados para los ataques del enemigo.

  1. Tener conciencia del peligro que enfrentamos cada día, debe ser un incentivo para que continuamente busquemos la ayuda divina.
  2. Apoyémonos en la fortaleza de nuestro Señor, quien es más fuerte que nuestro enemigo espiritual.

HG/MD

“Sean sobrios y velen. Su adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8).