Lectura: Romanos 11:33-36
Todos los días hay algún motivo para estar agradecido con Dios, y el poeta británico George Herbert (1593-1633), recoge ese sentimiento en su poema Gratefulness o Gratitud, en el cual insta a sus lectores a lo siguiente: “Tú, que me has dado tantas cosas, dame una más: un corazón agradecido”.
Este reconocido poeta entendía que lo único que necesitaba para estar agradecido era, simplemente, tener conciencia de todas las bendiciones que Dios ya le había brindado.
En el libro de Romanos 11:36, el apóstol Pablo nos comparte que nuestro Señor Jesús es la fuente de toda bendición: “Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas”. Todas las cosas abarcan desde lo más complejo hasta lo más simple, desde el punto de vista humano. Todo lo que hemos recibido proviene de nuestro Padre Celestial (Santiago 1:17), debido a su amor inmerecido hacia nosotros.
Estar consciente de las bendiciones de Dios nos ayuda a tener un corazón que entiende quién es realmente la fuente de todas nuestras alegrías; pero, en especial, de aquellas que solemos tener por descontadas. Por ejemplo: el aire que respiramos, el cálido saludo del sol matutino que recibimos cada día, reírnos alrededor de una mesa con nuestros amigos, ver crecer a nuestra familia, oler el suave perfume de la tierra recién mojada por la lluvia, o el abrazo de un ser querido.
En verdad son “tantas cosas” que Dios ya nos ha dado, que no nos alcanzaría toda nuestra vida para agradecerle por su amor infinito.
- Estar conscientes de las bendiciones del Señor nos ayuda a tener corazones agradecidos.
- Hoy dile a Dios: Gracias Señor por …, y menciona todo aquello por lo que estás agradecido.
HG/MD
“Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).





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