Lectura: Colosenses 3:1-11

Siempre que oímos la palabra ídolo, viene a nuestra mente que se trata de una estatua de una persona o un animal, como por ejemplo, el caso del becerro de oro que los israelitas hicieron justo después de salir de Egipto (Éxodo 32:1-6).  Lo sabemos debido a sus mandatos (Ex.20:4) y estos ejemplos que Dios ha dejado a través de muchos libros de la Biblia (2 Rey.17:12; Salmos 96:5; Isaías 31:7; Ezequiel 6:4, 1 Juan 5:21, etc.).  ¿Pero será posible estar adorando a un ídolo sin saberlo o por lo menos no conscientemente?

Mediante una noticia en la televisión, reportaban sobre una mujer que mantenía su auto como si todavía estuviera en la sala de exhibición. Una noche su cochera alzó en llamas y sus vecinos la tuvieron que retener, pues ella se iba a lanzar a las llamas para tratar de rescatar su vehículo, Cuando este explotó, se dio cuenta que por poco y sacrifica su vida por un trozo de metal, cuero y hules.  Sin darse cuenta este auto se había convertido en un ídolo.

Existen formas de idolatría aún más comunes. Podemos tener en nuestras iglesias locales, actividades que no aportan nada,  tan sólo para mantener nuestra reputación “espiritual”.

Un ídolo es cualquier cosa o ser que no sea Dios, que se convierte en el foco principal de nuestra vida. En su carta a los Colosenses 3:5, Pablo identificó la codicia como una forma de idolatría, y en contraste nos exhortó en Colosenses 3:6-10, a renovarnos, a ser diferentes, a que no seamos vencidos por las malas costumbres, sino que cada vez más nos parezcamos a nuestro Señor y Creador.

  1. Realízate un autoexamen, y analiza honestamente cuál es el centro de tu vida. La respuesta podría sorprenderte.

 

  1. Ídolo es cualquier cosa o ser que ocupe el lugar de Dios.

HG/MD

“Hijitos, guárdense de los ídolos.”  (1 Juan 5:21).

Foto con fines ilustrativos