Lectura: Juan 3:22-31
Al final de una gran conferencia anual, una organización reconoció el trabajo de muchas de las personas que trabajaron para que el evento fuera todo un éxito, desde el equipo de logística que se encargó de que todo estuviera en su sitio, hasta el equipo de mercadotecnia que se encargó de divulgar al público el tema, los invitados, las promociones, agradecer a los panelistas y a las empresas patrocinadoras del evento, entre muchas otras cosas.
Sin embargo, hubo un hombre que casi pasó inadvertido, aunque era el líder del proyecto de la conferencia. Días después, lo vi, le agradecí y lo felicité por su trabajo, y agregué: “Casi no lo vimos durante el evento”; a lo cual él respondió: “A mí me gusta trabajar tras bambalinas”. Efectivamente, a él no le interesaba que lo reconocieran, lo que le interesaba era que todo saliera bien y que reconocieran el trabajo en equipo de todos los colaboradores.
Su forma de ser discreta fue toda una enseñanza para mí. Esta forma de actuar debe recordarnos que cuando servimos al Señor no debemos buscar reconocimiento sino más bien honrar a Dios, sin importar que los demás aprecien o desestimen nuestro trabajo. Tener una mirada enfocada en Jesús ayuda definitivamente a que no aparezcan los celos entre compañeros de ministerio, o se den rivalidades sin sentido.
- Es necesario que Jesús crezca y yo mengue (Juan 3:30), ya que Él debe estar “por encima de todos” (Juan 3:31).
- Una actitud humilde y clara en nuestro papel como servidores del Señor y de nuestros semejantes, hará que quienes están a nuestro alrededor vean cómo luce una persona entregada a Jesús en su carácter y prioridades.
HG/MD
“A él le es preciso crecer, pero a mí menguar. El que viene de arriba está por encima de todos. El que procede de la tierra es terrenal y su habla procede de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos” (Juan 3:30-31).
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