Lectura: Efesios 2:1-10

Hace ya algunos años, una oferta poco común salió al mercado; en Alemania se pusieron en venta una docena de castillos a un precio de locura, su precio era de 1 dólar por cada uno, por supuesto eso llamó la atención de muchas personas.

No obstante, había un pequeño detalle, con el tiempo las estructuras históricas habían sufrido por la falta de mantenimiento, y la condición más importante era que el comprador debía rehabilitar la propiedad, haciendo una restauración histórica apegada al original.  Se estimaba que esas reparaciones costarían entre 7 a 600 millones de dólares.

La mayoría de nosotros no podría enfrentar una reparación de ese tipo, la cual además sería toda una pesadilla; pero al analizar esta situación pienso que esa es una excelente comparación de lo que Dios ha hecho con cada uno de nosotros.

Nuestra lectura devocional en Efesios 2:1, nos recuerda cual era nuestra condición antes de que Cristo llegara a ser nuestro Señor y Salvador: “estaban muertos en sus delitos y pecados”.

Pero esto nunca disuadió a Jesús en su misión de salvación, y Pablo lo describe de la siguiente manera: “Pero Dios, quien es rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia son salvos!” (Efesios 2:4-5).  Dios pagó el mayor de los precios por cada uno de nosotros, darse a sí mismo en la cruz a través de Jesús, para que nosotros tuviéramos acceso gratuito al perdón de nuestros pecados (Efesios 2:5-9).

  1. Éramos como castillos abandonados y olvidados en el tiempo, Jesús un día tuvo que pagar el precio de nuestra restauración total, y ahora gracias a ello, somos hijos e hijas de Dios.
  2. La obra de Jesús en nuestras vidas no termina cuando recibimos el regalo de salvación, ese solamente es el inicio. 

HG/MD

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).