Lectura: Job 1:1-22

La temporada de cultivo había sido extraordinaria, el crecimiento de las plantas y el clima había sido de los mejores en comparación con años anteriores.  Todos soñaban con las ganancias que produciría aquella temporada y algunos ya estaban haciendo planes con el dinero extra que entraría a sus presupuestos.

Pero algo pasó, de repente las lluvias aumentaron más de lo esperado y las cosechas empezaron a llenarse de hongos y en el peor de los casos a podrirse, todos los sueños se desvanecieron entre las gotas de aquellas torrenciales lluvias de primavera, muchos se lamentaban y algunos hasta hicieron reclamos a Dios, diciéndole: “¿Qué hemos hecho tan mal para que nos castigues de esta forma?”  

Las personas siempre nos quejamos cuando nos visita la dificultad y cuando las cosas no empiezan a ir tal y como lo habíamos planeado; las preguntas empiezan a surgir en medio de la tristeza.  A pesar de las circunstancias podemos aprender que nada sucede por casualidad, que los acontecimientos tienen una razón de ser y que Dios sigue teniendo el control.  Ni aun el diablo o el hombre más poderoso de esta tierra, pueden ir más allá de lo que Dios les permite.

Eso es exactamente lo que encontramos en nuestra lectura devocional en el libro de Job.  La mayoría de las veces Dios no nos explica sus razones, que posiblemente están mucho más allá de lo que nuestro entendimiento puede comprender, y mucho más allá del campo natural de visión de nuestra fe.

Me gusta explicar esta verdad de una manera sencilla que todos podemos comprender, es como que le explicaras la teoría de la relatividad a una hormiga, puedes intentar explicársela de todas las formas que consideres posible, con todo tipo de metodología moderna de aprendizaje, y la situación sería la misma, la hormiga estaría más interesada en regresar a su nido con el alimento necesario para poder continuar su vida, que en entender tu explicación.

  1. Al estudiar a este hombre de fe debemos aprender de su ejemplo, de la forma en la cual este hombre común y corriente respondió a las peores dificultades de la vida; tenía todo y lo perdió. (Job 2:10; 42:1-6).
  2. La fe es difícil de explicar, pero se evidencia cuando confiamos obedientemente en que Dios siempre ha estado, está y estará en control de lo que nos acontece, incluso cuando no entendemos lo que Él está haciendo.

HG/MD

“Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia” (Proverbios 3:5).