Lectura: Romanos 5:1-11

El año de 1998 nunca podrá ser olvidado por Ed Leonard; mientras se encontraba trabajando en una operación minera en Colombia, unos rebeldes lo tomaron preso y solicitaron 2 millones de dólares por su liberación, entonces sucedió lo inesperado, su jefe Norbert Reinhart, el dueño de la empresa canadiense donde trabajaba, Terramundo, fue a Colombia hasta la zona donde había ocurrido el secuestro e hizo lo impensable, ofrecerse a tomar el lugar de Ed, luego de esto fue retenido por 94 días hasta obtener su libertad.

Hace ya 21 siglos, también ocurrió algo similar pero aún más importante, Jesús clavado a una cruz ocupó tu lugar y el mío, como sustituto por nuestras maldades.  Tal como lo dice Romanos 5:8: “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

Tan profundo y significativo es ese acto, que aun hoy muchas personas luchan por comprenderlo.  La Biblia es clara al decir que Dios nos ama, no obstante, también es contundente al decirnos que debe mantener su justicia perfecta castigándonos por el pecado que envenena nuestras almas.

Sin embargo, como parte de su plan de redención, envió a su Hijo Jesús para que se encarnara en la forma de un ser humano (Juan 1:18), pero con la única diferencia de que Él nunca pecó, Jesús también era Dios y recibió el castigo que todos nosotros merecíamos, pagando el precio por nuestras almas una sola vez, muriendo en la cruz, para después de tres días resucitar, y con esto ofrecernos perdón y vida eterna para todo aquel que acepte su regalo de salvación.  No significa que todos seamos salvos por el simple hecho de conocer estas verdades, debemos admitir que somos pecadores perdidos e inútiles sin Él (Romanos 3:23).

1.  Jesús tomó tu lugar en la cruz, y tú, ¿qué harás con eso?

2.    Conocer hechos históricos sobre Jesús no es lo mismo que poner tu fe en Él y seguirlo como tu Señor y Salvador.

HG/MD

“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).