Lectura: 1 Samuel 18:28-19:12

Algunos recordarán la película de 1985 llamada Los Goonies, en la que un grupo de adolescentes de un pueblo en la costa de Oregón, vive grandes aventuras buscando un tesoro perdido y por supuesto su contraparte, una familia de ladrones de apellido Fratelli, intentan arruinar los sueños de estos muchachos por hacerse del tesoro; sin embargo, uno de los hermanos, Sloth Fratelli, quien al inicio les provoca miedo y temor debido a su gran tamaño, y por algunas diferencias físicas y mentales, termina siendo un cómplice más de los muchachos.

Este papel de Sloth Fratelli, fue protagonizado por John Matuszak, un hombre de 2 metros de altura y unos 127 kilos, quien había jugado fútbol americano con algún suceso, y por su gran corpulencia muchos le temían, pero en el fondo fue una persona con muchos complejos y miedos, incluso de niño fue víctima de Bullying (matonismo) debido a su aspecto; también dos de sus hermanos habían muerto por fibrosis quística.  Así que la imagen de tipo rudo, era tan sólo un disfraz que ocultaba sus inseguridades, pronto fue víctima del abuso de drogas y murió a los 38 años a causa de un ataque cardíaco.

La historia del rey Saúl guarda ciertas similitudes con las de este hombre, Saúl también era un hombre muy grande para su época, y llegó a tener cierto éxito debido a esas características, pero al igual que Matuszak, fue un hombre dominado por los temores (1 Samuel 18:29).  Trató de luchar contra esos temores con sus propias fuerzas en lugar de acudir al Señor en busca de ayuda, muy temprano él también terminó con su vida (1 Samuel 31:4).

  1. Señor, por muy grandes, sabios, pequeños, o no tan inteligentes que luzcamos por fuera, eso no debería importarnos tanto.  Perdónanos por darle tanta importancia a cosas que no las tienen, perdón por pensar que somos autosuficientes cuando es todo lo contrario, ayúdanos a confiar más en Ti.
  2. El temor no puede soportar la presencia de Jesús activa en nuestras vidas.

HG/MD

“En Dios he confiado. No temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Salmos 56:11).