Lectura: Génesis 33:1-4

La ventana de la casa de mi vecina fue víctima del ataque de un petirrojo, el pequeño pájaro se posaba en la ventana, sacudía sus alas, cantaba con fuerza y se lanzaba de cabeza contra el vidrio.

Al ver su comportamiento me puse a realizar una investigación en uno de esos buscadores de internet, descubrí que ese comportamiento no era nada extraño, estos pájaros son muy territoriales, y más en los meses de cortejo, ya que quieren alejar a cualquier competidor.  Aquel pequeño pájaro se veía reflejado en la ventana y pensaba que era otro petirrojo.  La amenaza no era real, sino sólo el resultado de su imaginación.

En nuestra lectura devocional, Jacob imaginó una amenaza que no era real.  Hacía algunos años, él le había robado a su hermano Esaú la bendición de su padre.  Ahora, mucho tiempo después de estar separados se volverían a encontrar.  Jacob pensó que Esaú lo odiaba por lo que le había hecho y que lo lastimaría, debido a ello, le envió regalos anticipados, como una “ofrenda” de paz.

Cuando Jacob vio a su hermano Esaú que se acercaba con 400 hombres, entró en pánico, pensó que iban a liquidarlo de una vez por todas, pero en realidad se trataba de un comité de bienvenida, “Esaú corrió a su encuentro, lo abrazó, se echó sobre su cuello y lo besó. Y lloraron” (Génesis 33:4).

  1. Muchas más veces que las que debería ocurrir, en nuestras relaciones interpersonales malinterpretamos una situación. Debemos pedirle al Señor que nos dé discernimiento para no perder un amigo por causa de una amenaza imaginaria.
  2. No juzgues rápidamente, ora, tranquilízate, pregunta, habla; antes de destruir una relación, primero has un autoexamen de tu vida (Mateo 7:1-5).

HG/MD

“¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5).