Lectura: 2 Corintios 5:1-10

Un pastor contaba: Cada 26 anos, más o menos, nos mudamos de casa.

De hecho, Sue y yo nos mudamos a nuestro primer hogar cuando nuestro primer hijo era un bebe. No teníamos idea que viviríamos allí por 26 años. Cuando finalmente cambiamos de residencia, fue un momento emotivo.

El día que nos mudamos, después de haberlo sacado todo de la casa, hicimos nuestro último recorrido para revivir los recuerdos. El momento más duro vino cuando entramos en el dormitorio de Melissa. Nos habíamos despedido de ella dos años antes después de que un accidente automovilístico le quitara su vida terrenal. Ahora le estábamos diciendo adiós a la habitación decorada con girasoles que ella amaba tanto.

Al pensar en ese momento emotivo de nuestra mudanza, recuerdo en el gran cambio de dirección que Melissa experimentó con gozo el día que fue llevada a la presencia de Dios. Nuestra mudanza a otra casa palidece en comparación a las glorias que nuestra hija ahora disfruta en el cielo. ¡Qué gran consuelo saber que nuestros seres amados que han partido y que confiaron en Jesús ahora viven en el reino majestuoso de Dios! (2 Corintios 5:1).

1.  ¿Estás listo para ese cambio final de dirección? No importa donde vivas en este mundo, asegúrate de que tu hogar final sea el cielo.

2. Si no has puesto tu confianza en Jesús, ¿qué estás esperando?

NPD/JDB