Lectura: Proverbios 8:1-36

Durante la visita a una gran ciudad, me quedé en el piso 25 de un hotel del centro. Mientras miraba por la ventana, estaba fascinado por el laberinto de coches que fluían en direcciones opuestas, por los cuatro carriles de las calles.

De repente, pude divisar a un automovilista que enfrentaba una situación de emergencia. Tenía problemas con el motor de su auto y se detuvo en medio de todo ese tráfico. Desde mi punto de vista podía distinguir muchos cuadrantes de la ciudad; y observé como muchos conductores cambiaban de carril en dirección hacia donde se encontraba el auto detenido, sin darse cuenta de lo que les esperaba delante.  Pensaban que estaban ganando tiempo; sin embargo, tan sólo unos metros después, estos automovilistas se daban cuenta de que su maniobra sólo significaría una mayor demora.

Por ello, el autor de Proverbios nos aconseja:

“¿Acaso no llama la sabiduría y alza su voz el entendimiento? Sobre los lugares prominentes junto al camino, en las encrucijadas de las rutas se pone de pie.  Junto a las puertas, ante la ciudad, en el acceso a las entradas da voces: “¡Oh hombres, a ustedes llamo!  Mi voz se dirige a los hijos del hombre” Prov.8:1-4

A medida que caminamos a lo largo del camino de la vida, hacemos lo mismo que estos conductores, cuando tomamos vías equivocadas.  Al tener un punto de vista limitado muchas veces seleccionamos rutas que a nuestro parecer son mejores, no obstante sólo implican un avance temporal que nos lleva en una dirección llena de retrasos y angustia.   Pero, ¡cuán tranquilizador es que podamos poner nuestra mirada en aquel que está por encima de todo, quien conoce el fin desde el principio!  Es por ello que este hermoso grupo de proverbios del capítulo 8, termina los versos del 34 al 36 de la siguiente manera: “Bienaventurado el hombre que me escucha velando ante mis entradas cada día, guardando los postes de mis puertas.  Porque el que me halla, halla la vida y obtiene el favor del Señor.  Pero el que me pierde se hace daño a sí mismo; todos los que me aborrecen aman la muerte”

  1. Cuando el Señor te indique que tienes que detenerte o que necesitas hacer un “cambio de carril” o “esperar”, debes obedecer de buena gana.

 

  1. La mejor manera de conocer la voluntad de Dios es decir: “yo quiero obedecerte Señor”, esa es la perspectiva correcta.

MD/HG

“Míos son el consejo y la eficiente sabiduría; mía es la inteligencia, y mía la valentía.” (Prov.8:14)

Este devocional forma parte del estudio Proverbios: Sabiduría Divina para la Vida Diaria.