Lectura: Jeremías 8:4-17

El profeta Jeremías advirtió a los israelitas de que los que viven malvadamente y rehúsan arrepentirse un día experimentarán la ira de Dios.  Esta verdad se afirma una y otra vez en toda la Biblia.  Dios usa el temor como uno de los medios de llevar a la gente a la salvación y de fomentar la obediencia.  Es más puedo asegurarles que el temor ha sido un importante factor en nuestras vidas.

Hoy día existen dos conceptos falsos que han debilitado la influencia moral de este sano temor.  La primera idea falsa es que las normas bíblicas de conducta no tienen autoridad para hoy.  Una vez conocí a un profesor universitario que expresó abiertamente no sentir vergüenza por una conducta que la Biblia llama inmoral y que por lo tanto no veía la necesidad de arrepentirse.

La segunda falacia es que si acaso hay un Dios, es tolerante hacia el pecado y que automáticamente perdona a TODO el mundo (con excepción dicen, de los asesinos en masa y lo que cometen abusos sexuales contra menores).  Una mujer expresó este punto de vista en la carta que le escribió al editor de un periódico local refiriéndose al profesor no arrepentido: “Dios lo ha perdonado y nosotros deberíamos hacerlo también.”

En agudo contraste con esas falsas ideas está la verdad que procede de Dios.  Sus estándares son absolutos y castiga a aquellos que no se arrepienten de violarlos.  Por tanto, tomemos en serio el temor de las consecuencias del pecado y hagamos de él un incentivo para el arrepentimiento y una vida que muestre el carácter de Jesús.

  1. El temor es bueno, nos incita a hacer lo bueno.

 

  1. Sabes, un día Cristo regresará como Señor y Juez Justo, estés o no preparado.

NPD/HVL