Lectura: Mateo 9:1-8

El entrenador de un joven atleta estaba un poco molesto con él debido a que en varias ocasiones lo había escuchado alardeando con otros jóvenes, y sobre todo con muchachas, sobre el extraordinario desempeño que había tenido en la temporada, y que seguramente lo llevaría a ganar una medalla en la próxima competencia nacional.  Esta mala costumbre lo estaba haciendo conformista con los tiempos que actualmente tenía, porque creía que era suficiente para ganar.  El entrenador viendo el mal que se estaba haciendo a sí mismo, decidió hablar con él seriamente y le dijo: “¡No me digas lo que vas a hacer, dime lo que estás haciendo en este momento para llegar hasta donde quieres, los hechos hablan más fuerte que las palabras!”

Este principio, lo puedes ver reflejado en la vida de Jesús.  En Mateo 9, le trajeron a un paralítico, y qué dijo el Señor: “…Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (v.2).  Cuando los líderes religiosos le reclamaron por lo que había dicho, agregó la siguiente pregunta: “Porque, ¿qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate y anda”?” (v.5).

La respuesta es obvia, decir que los pecados le habían sido perdonados, por así decirlo es fácil porque es algo que no se puede refutar.  Pero, agregar: “Levántate y anda”, es algo diferente, se trataba de un hecho visible y fácil de verificar al instante.  Así que Jesús para refirmar su autoridad para perdonar pecados sanando el espíritu, le agregó la sanidad física.

Las acciones de Jesús apoyaban en un 100% sus palabras, y las tuyas también tienen que hacerlo.  En 1 Juan 3:18, el apóstol escribió sobre este tema: “Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad”.

Nunca olvides que las personas siempre están observándote y constantemente te están examinando, con el fin de verificar si eres consistente en tu manera de vivir para bien o para mal.  Al compartirles el mensaje de Jesús, ellos también verán cómo vives y si tus actos en verdad reflejan Su carácter y prioridades.  

  1. Tu forma de vida y tus palabras deben reflejar a Jesús. 
  2. Al compartir el mensaje de salvación, también estás compartiendo tu forma de vida con otros.

HG/MD

“Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad” (1 Juan 3:18).