Lectura: 1 Pedro 1:3-12

Cuando se visita Hollywood, California, existen muchos servicios de turismo que se dedican literalmente a fisgonear en las casas de los “famosos”, con la esperanza de que quizás puedan observar a alguna de sus estrellas, a esto también se le conoce como “observar con curiosidad”.

En la Palabra de Dios, se nos dice que existe también un tipo de fascinación en los cielos.  El apóstol Pedro nos comparte un breve vistazo de lo que sucede en los lugares celestiales al decirnos: “…las cosas que ahora les han sido anunciadas por los que les han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas que hasta los ángeles anhelan contemplar” (1 Pedro 1:12).

La palabra griega para “contemplar” es: παρακύψαι que significa “agacharse y mirar cuidadosamente con curiosidad”.

Pero, ¿por qué los ángeles anhelan y están fascinados con la salvación del ser humano?  Una explicación que algunos han ofrecido, es que están sorprendidos ante la asombrosa manera en la cual Dios resolvió el problema del pecado (Efesios 3:8-12).

La cruz fue el medio que Dios proveyó para satisfacer su justicia, al costo de la vida de Jesús, pagando el precio de sangre que había sobre nosotros (Romanos 3:19-31).  Gracias a esto, Dios provee salvación a quien se arrepienta y acepte su promesa de perdón.

  1. ¿Estás agradecido con Dios por haberte provisto el medio para ser salvo?  Pues los ángeles si lo están, se regocijan con Dios cada vez que un pecador se arrepiente y pone su fe en Jesús (Lucas 15:10).
  2. No te quedes tan sólo fisgoneando las maravillosas bendiciones que puedes disfrutar en el cielo, acepta que estás equivocado y que tu camino no te lleva a ninguna parte, acepta el regalo de Jesús y entra por las puertas eternas del hogar celestial.

HG/MD

“A ellos les fue revelado que, no para sí mismos sino para ustedes, administraban las cosas que ahora les han sido anunciadas por los que les han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas que hasta los ángeles anhelan contemplar.” (1 Pedro 1:12).