Lectura: Efesios 6:1-9

Bárbara escuchaba con un poco de envidia como la oradora del retiro de mujeres hablaba en términos elogiosos de la manera en que el Señor le había bendecido maravillosamente en su necesidad y como esto le había dado la posibilidad de ayudar a otros. Bárbara deseaba que le pasara a ella también.

Más tarde en el retiro, fue cautivada por la forma en que otra oradora habló de la gran oportunidad que el Señor le había dado y cómo Dios la había usado para que muchas mujeres en profunda desesperación le abrieran sus corazones a Cristo.  Bárbara anhelaba que Dios la usara a ella también de una manera poderosa, sin embargo estaba segura que esto no sucedería.

La rutina de Bárbara en la vida se centraba en hacer que su marido se fuera al trabajo, que sus hijos fueran a la escuela, cuidaba de su casa, trabajaba en un par de días a la semana, y ayudaba en su iglesia. Ella no creía que existía alguna posibilidad de ser usada poderosamente por Dios.

Existe un énfasis desmedido en lo espectacular en nuestros días, y es fácil para nosotros perder de vista el hecho de que Dios es el Dios de la vida cotidiana.  Parece que siempre estamos en busca de alguna gran aventura por realizar, en donde Él despliegue Su poder en nuestras vidas.  Pero lo que el Señor desea es que nos centremos en hacer Su voluntad en nuestros corazones cada día, deleitándonos en el servicio humilde y cotidiano para Él (Efesios 6:6-7).

1. No te pierdas de las formas maravillosas en que Dios quiere utilizarte en las actividades del día a día, de tu vida ordinaria.  Ora, lee tu Biblia, llama a una persona que no has visto desde hace algún tiempo en la iglesia, comparte con tu vecina unas galletas o un pan y aprovecha para darle un tratado evangelístico o tan sólo escucha sus problemas y guíala a depositar su confianza en Jesús, muestra a tus compañeros de trabajo que puedes ser diferente, sin llegar a ser una ostra en tu trabajo, no hables palabras deshonestas, realiza bien tu trabajo, da un poco más de lo que se espera de ti, sé proactivo, da sin esperar nada a cambio.

2. Puedes hacer el mayor bien para el Dios, justo donde estás.

NPD/DCE