Lectura: 2 Samuel 18:1-18, 33

Luego de una estadía muy prolongada en el hospital, Sara murió a los 35 años, sus familiares lloraron y se lamentaron por la partida de su amada esposa, mamá e hija.  Sin embargo, también sintieron un gran consuelo, Sara había padecido desde hacía un par de años de una enfermedad terminal y eso la había consumido mucho, pero en lo que nunca había flaqueado había sido en su fe, ella tenía una fuerte convicción en Jesucristo, sabía que su familia la amaba mucho y por tanto tomarían su muerte temprana como una despedida, un hasta luego, pues sabían que en el futuro estarían a su lado nuevamente.

Pero esto no fue igual en el caso del rey David, su dolor no disminuyó, ni hubo consuelo en su corazón, pues sabía que su hijo Absalón, había muerto en rebeldía.  Por seguro David sufría y sentía remordimiento, pues sabía que su testimonio no había sido del todo bueno, debido a sus múltiples matrimonios, su pecado con Betsabé y sus disputas familiares sin resolver.

Es un hecho que no podemos impedir la muerte de nuestros seres queridos; no obstante, si podemos hacer mucho para disminuir el dolor cuando esto ocurre.  Hoy mismo, debemos poner a Dios en el primer lugar de nuestras vidas y tomar decisiones teniendo en cuenta esta prioridad, prefiriendo en la medida de lo posible las necesidades de otros antes que nuestros deseos egoístas.  Si actuamos de esta forma, tendremos la posibilidad de compartir sobre nuestra fe en Jesús, mostrando a los demás cuanto les amamos.

Cuando tengas un problema con una persona, trata de hacer lo que este en tus manos para resolver la diferencia que te separa de ella, hacer esto puede implicar que tengas que reconocer tus errores humildemente, lo cual nunca es fácil.  Cuando hagas estas cosas disminuirás la aflicción, pudiendo sobrellevar con ayuda del Señor las situaciones inevitables, tal es el caso de la partida de alguien a quien realmente amas.

  1. Piensa por un momento, y analiza tu vida, pregúntate si requieres reparar una relación, necesitas pedir perdón, o necesitas expresar una palabra de aliento a alguien, ¿Qué estás esperando? ¡Ve ahora, pues mañana podría ser tarde!

 

  1. Si Jesús está en tu corazón, deja que otros también lo vean por medio de tu vida.

HG/MD

“Mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras. Demuestra en tu enseñanza integridad, seriedad” (Tito 2:7)