Lectura: Salmos 46:1-11

El lugar más seguro en el sur de la Florida durante la temporada de huracanes puede ser el Centro Nacional de Huracanes en Miami. La estructura costó en su momento unos 5.000.000 dólares, posee concreto de 10 pulgadas de grosor en sus paredes, y está diseñado para resistir la fuerza de vientos de  más de 208 kph. (130 mph). Debido a las fuertes tormentas que azotan la Florida todos los años, el Centro está ahí para proporcionar un entorno de trabajo seguro para las personas que controlan el tiempo y emiten las advertencias. Cuando otros residentes se van, ellos se tienen que quedar.

Al igual que los huracanes, las tormentas en nuestras vidas muchas veces azotan con inquietante regularidad. A menudo golpean sin aviso y se quedan como vecinos no bienvenidos, poniendo a prueba los límites de nuestra fe y resistencia.  No obstante Dios nos ha proporcionado un lugar seguro en medio de nuestras circunstancias.

El profeta Nahum escribió: «El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.” (Nahum 1:7). Y el salmista confiadamente declaró: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar;»(Sal. 46:1-2).

1. Dios es nuestro centro de seguridad.  No es nuestra fuerza, sino la de Aquel que nos protege de los vientos tormentosos de las circunstancias de la vida y sus cambios.

2. Cuando soplen los vientos de problemas en tu vida, busca refugio en Dios.

NPD/DCM