Lectura: Job 32 – 34.
En esta sociedad súper profesionalizada en la que vivimos, graduamos de doctores, abogados, licenciados en comunicaciones y relaciones públicas, técnicos en oratoria, artistas, etc., pero nadie gradúa a: oidores.
En realidad no encontrarás academias que matriculen en este rubro. ¿Es que nadie necesita ser oído? Se necesita sanar enfermedades, arbitrar entre dos litigantes, y atender empresas, por supuesto, pero también hay un gran sector de la sociedad que vive marginado y enfermo porque no hay quién le escuche. Para la mayoría de las personas hoy en día, pararse a escuchar a alguien en medio del trabajo es perder el tiempo.
Teniendo esto en cuenta y de acuerdo a nuestra lectura Eliú, empieza su largo argumento y vamos a aprender más acerca de cómo aconsejar y cómo no hacerlo.
1. ¿Quién era Eliú? ¿Dónde estaba antes? ¿Por qué no habló hasta ahora? ¿Piensas que esto implique que estas conversaciones fueron realizadas en un lugar público?
2. ¿Por qué estaba enojado con Job? ¿Por qué estaba enojado con los otros tres amigos? ¿Por qué es peligroso hablar cuando estamos enojados o cuando tomamos partido?
3. El arte de escuchar es la mejor herramienta para el buen consejero. ¿Qué es lo que «escuchó» Eliú de las intervenciones de Job? ¿Qué dirías que fue lo que Job realmente estaba tratando de decir? ¿Por qué no escuchamos mejor? ¿Cómo puedes estar dispuesto a «oír con el corazón» a tus hermanos sufrientes?
4. Lo bueno de Eliú es su deseo de glorificar a Dios. ¿Cuáles son algunos de sus buenos argumentos con respecto al Señor? ¿Tiene razón en todo lo que dice? Estos son puntos importantes para tener presentes cuando aconsejamos a alguien, no son sólo opiniones propias, son consejos apegados a lo que dice la Palabra de Dios.