Lectura: 2 Corintios 6:3-10

Existe un pasatiempo muy popular que no pasa de moda, y por desgracia a muchos les resulta muy sencillo participar de esa diversión; se trata de la costumbre de buscar errores en otros.  Concentrarse en los defectos de los demás, es una gran manera de sentirse mejor y ahí precisamente está el grave problema.

No aceptar los errores detiene el crecimiento espiritual y representa un gran obstáculo para que Dios actúe a través tuyo, ya que la manera de vivir favorecerá o entorpecerá la eficacia de tu testimonio.

Es por esta razón que el apóstol Pablo se esforzaba para no dar: “…a nadie ocasión de tropiezo en nada” (2 Corintios 6:3).  Para Pablo, lo primordial era serle útil a Jesús y servir con su vida a otros.  Cualquier cosa que se interpusiera para alcanzar esa meta debía ser removida.

Si en verdad quieres ser útil para Dios, realiza un inventario de lo que no está bien en tu vida, y busca la manera de solucionarlo con la ayuda del Señor, buenos amigos y consejeros.  El pecado siempre será un gran tropezadero para tu vida y para los que te rodean, ya que se interpone en el mensaje que Él quiere dar a conocer a través de tu vida.

  1. Deja de buscar los defectos en otros y reemplaza esa búsqueda por una lista de valores valiosos que ves en otros; trata de aprender de ellos, esto te permitirá tener un mejor concepto de los demás y de ti mismo.
  2. La más potente herramienta para presentar a otros el plan de salvación es tu testimonio, ya que hablará de lo que Dios puede hacer a través de un pecador arrepentido.

HG/MD

“Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros; más bien, determinen no poner tropiezo u obstáculo al hermano” (Romanos 14:13).