Lectura: Salmos 125:1-5

Aún faltaban al menos dos horas para que su vuelo despegara, la joven madre había tenido que viajar sola con su pequeño de 2 años y su pequeña de 9 meses debido a una emergencia familiar con su papá. 

Los pequeños tenían sueño, cansancio y un poco de hambre, así que habían empezado a llorar descontroladamente, quejándose de toda aquella situación; la mujer no dejaba de pensar en su papá quien estaba muy enfermo y en medio de todo aquel caótico momento, se sentó a llorar desconsoladamente.

De repente 5 mujeres se levantaron de sus asientos y se le acercaron, unas sacaron galletas, jugos y agua, otra sacó de su bolso un par de juguetes, e incluso una de ellas empezó a cantar una dulcísima canción de cuna.

Aquel circulo de amor calmó casi de inmediato a la madre y a sus dos pequeños, y en un abrir y cerrar de ojos pasaron las dos horas, la joven subió al avión con su pequeña compañía, y las mujeres quienes le habían ayudado, se retiraron tal como llegaron para continuar con sus vidas y sus vuelos.

Esta consoladora historia nos muestra una gran verdad envuelta en el Salmo 125:2: “Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella, así el Señor está alrededor de su pueblo desde ahora y para siempre”.  La ciudad de Jerusalén está rodeada de pequeñas colinas, entre las que contamos el monte de los Olivos, el monte de Sion y monte Moriah; de la misma manera como estas mujeres de la historia rodearon a la joven madre, así Dios rodeaba a su pueblo sosteniéndolos y protegiéndolos.  

  1. En los días complicados alza tus ojos hacia arriba más allá de los montes, desde donde el Señor te brindará su ayuda, esperanza y amor.
  2. Hoy puede ser un buen día para mostrar tu amor y cuidado por alguna persona que en verdad lo necesite.

HG/MD

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2).