Lectura: Proverbios 30:1-9

Cada día las diferentes loterías del mundo ofrecen a quien las compra, el sueño de hacerse millonario.  Un reciente estudio indica que en promedio las personas gastan en loterías o juegos de azar, al menos el 13% de sus ingresos anuales y que, las posibilidades de ganar son asombrosamente pequeñas, en algunos casos de 1 en 176.000.000.

Pero, las personas siguen haciendo fila en los supermercados, las gasolineras y las cafeterías para comprar una oportunidad de enriquecerse.  Algo en nuestro interior nos hace pensar que el dinero resolverá los problemas y mejorará nuestra vida, lo cual es incorrecto.

Un personaje de la Biblia llamado Agur, tenía una perspectiva diferente sobre las riquezas cuando le pidió a Dios que le otorgara dos peticiones antes de morir.

En primer lugar, le pidió: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí…” (Proverbios 30:8). La integridad es clave para vivir sin ansiedad. Cuando no tenemos nada que esconder, tampoco hay algo por lo cual temer. El engaño esclaviza, pero la honestidad libera.

Lo segundo que dijo de forma muy sabia fue lo siguiente: “y no me des pobreza ni riqueza. Solo dame mi pan cotidiano” (v. 8). La satisfacción brota al confiar en la provisión de Dios y aceptar con gratitud lo que Él nos proporciona.

  1. Tanto la integridad como el contentamiento son riquezas del alma al alcance de todos. A nuestro Señor le agrada conceder esos tesoros a quienes se los piden.
  2. Siempre debemos de recordar y entender en qué clase de Dios hemos confiado, Él es todopoderoso y lleno de sabiduría, Él siempre sabrá lo que es mejor para nosotros, pidámosle que nos dirija por su camino. (vv.4-5).

HG/MD

“Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí, y no me des pobreza ni riqueza. Solo dame mi pan cotidiano” (Proverbios 30:8).