Lectura: 1 Pedro 2:9-17

Un estudio reciente de la ciudad de Nueva York, muestra que instalar luces en las calles y parques públicos puede conducir a una reducción de hasta un 36% en la tasa de criminalidad en períodos nocturnos y en ambientes al aire libre.  Así de poderoso es el efecto de la luz en nuestro mundo.

La idea de la luz se usa con mucha frecuencia en la Biblia. Jesús dijo que Él es la luz del mundo (Juan 9:5). Se nos dice que debemos ponernos “las armas de la luz” al vestirnos del Señor (Romanos 13:12-14). Y Mateo 5:16 indica que debemos dejar que “así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos”.

Una luz que no brilla deja de ser útil. Jesús dijo que nadie esconde una luz debajo de un cesto, sino que la coloca en un candelero para que ilumine todo lo que está a su alrededor (Mateo 5:15). Tu luz traducida en acciones, debe señalar hacia Aquel que es la luz. No tienes luz propia, sino que brillas al reflejar la de Cristo (Efesios 5:8).

Dios te ha colocado en un entorno específico que te permitirá brillar con su luz. No seas como un farol quemado en la calle. ¡Resplandece!

  1. Brilla para Cristo donde quiera que estés.
  2. El desafío de la vida cristiana no depende de cómo te hagas llamar, sino de cómo vives para Él.

HG/MD

“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).